1. El síndrome del oso panda (1)


    Data: 22/05/2020, Categorie: Sesso di Gruppo Autore: Vero_y_Dany, Fonte: xHamster

    ... efecto en el espejo. Mis pechos no estaban ocultos en absoluto por las “solapas” de volantes que llegaban hasta el cierre, sino que abultaban el tejido transparente, distinguiéndose prácticamente como si no llevara nada. La prenda había sido pensada para que tampoco ocultara lo más mínimo por la parte inferior: formaba como una uve que se iba abriendo desde el broche, y que ya en el pubis era lo suficientemente amplia para dejar al descubierto la totalidad de mis braguitas.Sin querer pensar en lo que hacía, me las quité, y me dirigí a la puerta antes de que algún resto de inhibiciones o pudor (que no sentía en absoluto) me hicieran cambiar de idea. Eso sí, cerrando con una mano la prenda sobre mi sexo.El hombre me recibió con un gesto que inmodestamente tomé por admiración. Me hizo dar una vuelta en redondo tomada de una mano, y sentí sus ojos en mi cuerpo, apenas oculto por la vaporosa tela, como aguijones que me enardecieron, incrementando aún más mi deseo.Me condujo tomada de la mano hasta el lienzo verde, ante el que no había ahora ningún sillón.—Vas a moverte, girar en redondo y adoptar las posturas que quieras. Olvídate de que estoy ante ti, como si no existiera, y muévete libremente.Y eso hice. Durante los minutos que siguieron, los fogonazos fueron continuos, indicando que el objetivo no se estaba perdiendo nada de mi actuación.Primeramente me coloqué con un pie adelantado, en la postura que había visto adoptar a las modelos, pero no por parecer profesional, sino ...
    ... porque así mantenía oculto el inicio de mi sexo.Cerré la prenda con mis manos sobre el pubis. Tras un instante de duda coloqué las manos en ángulo con el cuerpo, dejando que se abriera. Puse los brazos en alto. Coloqué mis manos en la nuca, adelantando los senos. Giré en redondo, provocando que la prenda ondeara, y supuse que al hacerlo mis muslos y mi sexo habrían quedado al descubierto en su totalidad. Después las manos en las caderas, primeramente erguida, para después inclinar el torso, aunque manteniendo la cara lo más vertical que pude. En algún momento me interrumpió.—Ahora vas a colocarte como si estuvieras acodada en una barandilla —me pidió.—Tú eres el profesional —indiqué con voz que noté algo temblorosa— pero, ¿no crees que ese fondo verde será muy monótono?Los pliegues de sus mejillas se ahondaron cuando él sonrió de aquella manera que me volvía loca.—Debes esperar a ver las fotografías terminadas, y confia en mí.Adopté la posición que me había indicado. Por primera vez, él corrigió la posición de mis brazos, y el tacto de sus manos me causó escalofríos.De nuevo, como antes, retiró la cámara del trípode, y se movió a mi alrededor tomando imágenes desde diferentes ángulos. Cuando se tumbó en el suelo, yo era consciente de que en aquella posición mi vulva quedaba a la vista en su totalidad, pero en lugar de tratar de ocultarla a su mirada, aquella otra mujer distinta de la pudorosa Vero, que se estaba prestando a aquello, separó los muslos un poco más.—Ahora lo mismo, ...
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