1. El síndrome del oso panda (1)


    Data: 22/05/2020, Categorie: Sesso di Gruppo Autore: Vero_y_Dany, Fonte: xHamster

    ... con lo que dejaba ver la mitad de los senos.—¿No me presentáis a vuestra amiga? —preguntó una voz grave a mi espalda.Me volví a medias, y me quedé pasmada. No, no es la palabra. Fue una sensación de deseo instantáneo, algo que hacía mucho que no experimentaba. Alto, como de un metro noventa, de facciones regulares. Ojos intensamente negros, como sus cabellos lisos no demasiado largos, cejas pobladas, nariz recta, rostro alargado de mentón enérgico y pómulos altos, labios finos. Un rostro que habría sido duro, sin los dos pliegues que subían desde la comisura de sus labios hasta cerca de las aletas de la nariz, y que se profundizaban al sonreír. La tenue sombra de una barba cerrada griseaba su rostro, y de su persona emanaba un discreto aroma a loción cara.Me estremecí sin poder evitarlo, y completé mi escrutinio: en su cuerpo bien proporcionado, cubierto con una chaquetilla de color claro y unos pantalones de tono verdoso, no parecía haber un gramo de grasa superflua. La camisa crema, desabrochada, dejaba ver una porción de su pecho lampiño. Me estaba tendiendo la mano, que tomé medio ida, mientras mis acompañantes hacían las presentaciones. Se llamaba Germán.Ahora mi mano estaba entre las dos suyas, mientras sus ojos estaban clavados en los míos. Se inclinó ligeramente, y depositó un beso liviano en el dorso de la mano que no parecía decidido a soltar. Me estremecí de pies a cabeza, mientras me recorría una especie de calambre que se trasladó, desde el punto del contacto ...
    ... con sus labios, primero a mis pezones, que se endurecieron instantáneamente, y después a mi sexo.—¿Cómo es que no hemos coincidido nunca antes? —preguntó con su voz grave.—Bueno, no suelo frecuentar demasiado este tipo de actos…—¿Una copa? —preguntó—. Tú eres mujer de champagne —dictaminó mientras se alejaba en dirección a la mesa en la que servían las bebidas, sin esperar mi respuesta.Tuve una nueva visión de su figura mientras se alejaba. Sus movimientos eran elásticos al andar. Caderas estrechas y muslos fuertes, que resaltaba el pantalón, ceñido sin exageración en esa parte.Sentí una mano sobre mi antebrazo. Saliendo del trance, advertí que la pareja que me acompañaba momentos antes había desaparecido. Me volví en dirección a Paula.—Lo siento, cariño, pero tengo que irme —se excusó—. He quedado en acompañar a Toño a una cena con clientes. Pero tú no tienes por qué imitarme —cortó en seco mi previsible ofrecimiento—. Defraudarías a tu ailuropoda melanoleuca.Se alejó de mí riendo, mientras veía acercarse a mi reciente admirador con una copa llena de líquido ambarino en cada mano. Sentí el deseo de huir de allí, pero mis pies estaban como clavados al suelo. Me limité a tomar la copa que me ofrecía, y bebí un pequeño sorbo.—¿Cómo sabías que me gusta el champagne? —pregunté.—Mmmm, instinto. Con solo un vistazo a una mujer puedo detectar cuál es su bebida preferida. Y la tuya tiene que ser aquella que casa con el color de tu tez ligeramente tostada. Con pequeñas burbujas que ...
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